lunes, 5 de enero de 2009

Breve reseña del texto bíblico (su preservación por el pueblo fiel y su corrupción por herejes) 1

Esta reseña del texto bíblico no será un ejercicio de diplomacia con palabras edulcoradas ni fingidas, muy del gusto de los apóstatas e hipócritas que pueblan púlpitos, seminarios e institutos bíblicos, que nunca señalan a los lobos que se introducen entre el rebaño, "para no alterar la paz en medio de los hermanos", es decir, para salvaguardar su bolsillo y posición entre la élite de eruditos infieles, que una vez se infiltraron y hoy copan iglesias, denominaciones y centros de estudio evangélicos, otrora fieles, pero que hoy sirven noche y día a Satanás. Este trabajo apunta a identificar a aquellos falsos creyentes o a cristianos tibios y cobardes que nunca levantarán la voz en defensa de la verdad del evangelio aunque sus vidas dependieran de eso. Se dedica este breve ensayo al remanente fiel de la iglesia de Cristo el Señor, con la admonición que encontramos en Apocalipsis 2:7, 11: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias". Para la gran masa apóstata, en cambio, dejamos este otro versículo: "Mas el que ignora, ignore" (1 Co. 14:38).

La Biblia promete su propia preservación: "Las palabras de Jehová, palabras limpias; plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Tú, Jehová, los guardarás; guárdalos para siempre de aquesta generación" (Sal. 12:6, 7).

"El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán" (Mt. 24:35).

"Sécase la hierba, cáese la flor: mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre" (Is. 40:8).

"Toda escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra" (2 Ti. 3:16, 17).

Los textos arriba citados nos muestran que Dios está vivo y activamente involucrado en la preservación de su palabra, la Santa Biblia. La doctrina de la preservación providencial de las Sagradas Escrituras, además de estar enunciada en la misma palabra, es un corolario indispensable a la de la inspiración divina de la misma, tal como lo expresa el último texto dado, ya que a la par de afirmar que la palabra de Dios vino por voluntad del Señor, dice abiertamente que Timoteo tuvo acceso a esas mismas Escrituras. ¿Y a cuáles Escrituras se refiere específicamente este texto? Ciertamente al Antiguo Testamento, aunque de seguro también a varios libros del Nuevo Testamento, al menos a aquellos que hasta entonces habían sido revelados. Ahora bien en lo que respecta al Antiguo Testamento se trataba no ya de los manuscritos originales sino a copias que distaban cuatro siglos de esos originales como mínimo. Sin embargo, el Espíritu Santo por medio de Pablo dice que dichas copias son PALABRAS DE DIOS. Asimismo, en Lucas 4:15-21 Jesús leyó en la sinagoga de Nazaret un pasaje mesiánico de Isaías 61:1, 2a poniendo el sello de su autoridad infalible sobre la autenticidad y preservación de este texto. Es notable además que el Señor Jesucristo a pesar de acusar a fariseos, saduceos, escribas y sacerdotes de invalidar la ley de Dios con sus tradiciones y de enseñar como doctrina mandamientos de hombres, nunca puso en duda que los manuscritos que entonces habían eran Palabra de Dios, perfectamente preservada ni que aquellos hubieran sido alterados ni corrompidos de modo que el significado primigenio de ellos se perdiera. Vemos así que las escrituras del Antiguo Testamento fueron preservadas por Dios a través del sacerdocio levítico, el cuál a pesar de sus muchos pecados cumplió cabalmente con su misión encomendada. Al pasar al Nuevo Testamento se observa el cambio dispensacional del sacerdocio levítico al sacerdocio universal de todos los creyentes. Ahora Dios confía a todos los creyentes en Cristo la guarda y el cuidado de su Palabra. A continuación daremos un vistazo a la forma en que el texto bíblico fue transmitido desde el primer siglo hasta hoy.

La preservación de las escrituras a través de la iglesia fiel

El Nuevo Testamento fue escrito originalmente en griego ático koiné entre los años 40 y 96 DC. El tipo de idioma del que el Espíritu Santo se valió es el del uso diario, coloquial, como lo atestiguan los descubrimientos arqueológicos tales como los papiros de Oxirrhinco, hallados en Egipto. El koiné utiliza solo el 6 % del vocabulario griego clásico, usado por los poetas y filósofos helenos. Veremos más adelante cómo el texto adulterado y corrompido de los manuscritos de la familia alejandrina emplean este tipo de lenguaje.

Conectadas a la transmisión y preservación del Nuevo Testamento encontramos dos ciudades y dos tipos de texto: Antioquía de Siria y Alejandría, por lo tanto conviene que veamos que dice la Palabra de Dios respecto a ambas, para poder discernir de qué medios hizo uso el Señor para entregarnos su Libro.

La primer mención a Antioquía la encontramos en Hechos 6:5: "Y plugo el parecer á toda la multitud; y eligieron á Esteban, varón lleno de fe y de Espíritu Santo, y á Felipe, y á Prócoro, y á Nicanor, y á Timón, y á Parmenas y á Nicolás, prosélito de Antioquía". Hechos 11:19-21, 26: "Y los que habían sido esparcidos por causa de la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, no hablando a nadie la palabra sino sólo á los Judíos. Y de ellos había unos varones Chipriotas y Cirenenses, los cuales como entraron en Antioquía, hablaron á los Griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor era con ellos; y creyendo, gran numero se convirtió al Señor... Y conversaron todo un año allí con la iglesia, y enseñaron á mucha gente; y los discípulos fueron llamados Cristianos primeramente en Antioquía". Versículos 28 y 29: "Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba á entender por Espíritu, que había de haber una grande hambre en toda la tierra habitada: la cual hubo en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar subsidio á los hermanos que habitaban en Judea". Luego en Hechos 13:1-3 leemos: "Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y doctores: Bernabé, y Simón el que se llama Niger, y Lucio Cireneo, y Manahén, que había sido criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando, pues, estos al señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme á Bernabé y á Saulo para la obra para la cual los he llamado. Entonces habiendo ayunado y orado, y puesto las manos encima de ellos, despidiéronlos". Estas escrituras nos pintan a la iglesia local de Antioquía, fundada por discípulos que escapaban de la persecución en Judea, como una asamblea fiel, donde los creyentes fueron llamados "cristianos" por primera vez, que contaba con los primeros "doctores" o maestros de la doctrina apostólica, que también enviaba socorro material a los santos en tierra de Israel y de donde también salieron los primeros misioneros, Bernabé y Saulo. Todas estas características hacen a una iglesia fiel empeñada en cumplir la Gran Comisión de llevar el evangelio a los perdidos, ayudar a los hermanos en dificultades y edificar a sus miembros a través de maestros de la Palabra. También fue de Antioquía uno de los siete varones llenos del Espíritu Santo elegidos para servir las mesas de las viudas. Sin duda Dios confiaría a una iglesia así la transmisión y divulgación de su Palabra y es exactamente eso lo que encontramos en la historia posterior de Antioquía y toda su área de influencia en Asia Menor y Grecia. Debemos mencionar además, que por ser Palabra de Dios la Biblia está sujeta a constante ataque de parte de Satanás, enemigo del Señor y nuestro. Pasaremos a examinar ahora quiénes hicieron el trabajo sucio para el diablo, de corromper y contaminar la Escritura. Contrariamente a lo que hallamos en la Biblia respecto de Antioquía, las referencias a Alejandría son abrumadoramente negativas: Hechos 6:9: "Levantáronse entonces unos de la sinagoga que se llama de los Libertinos, y Cireneos, y Alejandrinos, y de los de Cilicia, y de Asia, disputando con Esteban". Más adelante leemos en Hechos 18: 24-27: "Llega entonces á Efeso un Judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este era instruído en el camino del Señor, y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñado solamente en el bautismo de Juan. Y comenzó á hablar confiadamente en la sinagoga; al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron y le declararon más particularmente el camino de Dios". Luego en Hechos 27:6 y 28:11 están las dos últimas referencias del Espíritu Santo a Alejandría: "Y hallando allí el centurión una nave Alejandrina que navegaba á Italia, nos puso en ella... Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave Alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña á Cástor y Pólux". De los cuatro pasajes analizados se ven claramente tres referencias adversas y una neutral a la ciudad de Alejandría y a personas o cosas relacionadas con ella. Ello es así, dado que Egipto, en cuyo territorio está ubicada esta metrópoli, es presentado en la Biblia como tipo del mundo, de donde Dios sacó a Su pueblo y a Su Hijo. Egipto fue durante gran parte de su historia tropiezo a Israel y lugar de su esclavitud por 400 años, habiéndole prohibido el Señor regresar allí. De Alejandría eran los que disputaban con Esteban, contradiciendo la verdad del evangelio. También eran alejandrinas las naves que llevaron a Pablo prisionero a Roma. Sólo en lo relacionado con Apolos vemos una alusión neutral a Alejandría, si bien éste necesitó que Priscila y Aquila le pusieran al día sobre el camino del Señor. Resultaría no solo muy extraño sino contrario a la naturaleza y carácter de Dios que Él confiara el cuidado de su Palabra a gente proveniente de un lugar que representa al reino de Satanás (de lo cuál no se sigue que sus habitantes no pudieran ser salvos ni servir y honrar a Dios) y que dicho lugar preservara para las futuras generaciones la Palabra de Dios en su prístina pureza. La historia de la Iglesia y de la transmisión manuscrita del texto bíblico demuestran acabadamente que la preservación de las Escrituras se concentró primordialmente en la región oriental del Imperio Romano, más tarde llamado Bizantino, lo cuál cuadra muy bien con la lógica de la fe, ya que la mayoría de los libros del Nuevo Testamento fue escrita allí o bien dirigida a iglesias locales o individuos residentes allí. Estas dos ciudades o regiones representan dos líneas diferentes de transmisión textual, la del llamado TEXTUS RECEPTUS de extracción sirio-bizantina que representa entre el 90 y 95% de los testigos griegos existentes y el TEXTO CRÍTICO de origen alejandrino con entre el 5 y 10% de los manuscritos restantes. La escasez de apoyo manuscrito para este último texto no detiene a los críticos en su adhesión demencial a un tipo textual adulterado, herético y manifiestamente falso, por cuanto refleja muy bien sus propias posiciones teológicas.

Línea de transmisión del texto fiel

Antioquía de Siria y su área de influencia fue el instrumento escogido por Dios para transmitir y guardar su Palabra en lo que al Nuevo Testamento se refiere. De los 5.300 manuscritos griegos que llegaron hasta nosotros, 9 de cada 10 dan testimonio del texto fiel. Aquellos grupos de cristianos bíblicos encargados de la difusión y conservación del texto original inspirado son conocidos por diferentes nombres sectarios, a menudo dados por sus enemigos y perseguidores, tales como los valdenses de la región del Piamonte y Saboya en el norte de Italia y del Vaudois en el sur de Francia. Estos discípulos prepararon una traducción fidedigna de las Escrituras conocida como VETUS ITALA ya en el 2º siglo DC. Dicha versión concuerda con el texto mayoritario de extracción bizantina y siendo volcada posteriormente a los idiomas vernáculos durante la Edad Media, dio origen a las Biblias de la Reforma Protestante del siglo XVI, ya que tanto en alemán como en francés se realizaron traducciones tales como la Tepl que sirvió de base a la de Lutero y la de Olivetan, quien fuera pariente de Calvino. Otros creyentes utilizados por el Señor para este cometido fueron los Albigenses, que actuaron mayormente en el mediodía francés y norte de España hasta ser exterminados por la iglesia prostituta de Roma, los cátaros y bogomiles en los Balcanes, los donatistas y novacianos en el norte de Africa, la iglesia céltica en las islas británicas, los petrobrusianos en Francia e Italia, etc. También en el Oriente levantó Dios siervos que copiaron y esparcieron la Palabra con riesgo de sus vidas. Varios de ellos salieron de la iglesia ramera griega, hermana de la católica romana. Hermanos como estos produjeron la Biblia SIRIACA PESHITTA durante el siglo II DC y la Biblia armenia a principios del siglo IV DC, las cuáles también guardan estrecha conformidad con el texto mayoritario bizantino. Otra antigua traducción es la gótica de Ulfilas, en el siglo IV, usada para evangelizar a los godos, la cuál no solo es la primer versión bíblica en idioma germánico, sino también la primer obra literaria compuesta en ese lenguaje de la que hoy disponemos. Por supuesto, esta traducción se basa en el texto fiel. Otro importante testimonio a favor de la autenticidad de este texto son las citas patrísticas, es decir, aquellas que se encuentran en obras escritas por los mal llamados "padres de la iglesia" (la Iglesia no tiene padres, sino un Esposo, el Señor Jesucristo). Estos personajes, a pesar de ser en muchísimos casos terribles herejes en camino al infierno, atestiguan la antigüedad y veracidad del texto original inspirado, ya que por hallarse en la inmensa mayoría de los manuscritos disponibles, debían citarlo de continuo. Se dice que de haberse perdido todas las copias del Nuevo Testamento griego, se lo hubiera podido reconstruir totalmente a partir de esas citas. Aquí observamos el extremo cuidado de Dios por su Palabra, dado que la preservación del registro bíblico descansa sobre 3 columnas:

• El 90-95% de los 5.300 manuscritos griegos existentes.

• Las más antiguas versiones y traducciones.

• Citas patrísticas abrumadoramente favorables.

Por lo tanto podemos tener plena certeza de contar con la Palabra de Dios en su entereza debido a este triple testimonio y sabemos que "Cordón de tres dobleces no presto se rompe" (Ec. 4:12b). Así como Dios por su Espíritu guió a la Iglesia en la formación del canon bíblico, también por el mismo Espíritu llevó a sus hijos a seguir el texto verdadero y desechar las falsificaciones introducidas encubiertamente por Satanás y sus secuaces, concluyendo pues que la Iglesia fiel es la depositaria y transmisora del texto fiel a través del sacerdocio universal de todos los creyentes en Cristo. Si este texto fiel se perdiera sin dejar rastro de sí en versiones ni citas patrísticas, la iglesia de Dios quedaría sin autoridad final ni guía infalible en cuanto a fe y práctica y por ende los propósitos del Señor se frustrarían. Pero a Dios gracias, sus promesas no fallan porque: "Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. Por generación y generación es tu verdad" (Sal. 119:89-90a). Amén y amén.

Un paso muy trascendental en la preservación del texto bíblico fue la invención de la imprenta en el siglo XIV, lo cuál fijó el texto para siempre evitando la introducción de más variantes. La Reforma Protestante también representó un avance muy significativo e importante, ya que volvió a poner al texto fiel en manos del pueblo. Las Biblias reformadas se basaron sin excepción en el texto hebreo masorético para el Antiguo Testamento y en el texto bizantino, más tarde llamado Textus Receptus para el Nuevo Testamento. A partir del siglo XVI se genera un adelanto sin precedente en las ciencias bíblicas, tales como la teología, la hermenéutica, la exegética, el estudio de los idiomas originales y con ello el surgimiento de una erudición genuinamente bíblica en oposición al escolasticismo romanista, seco y estéril. La Reforma estimuló además el gran movimiento misionero de los siglos XVII y XVIII, el más importante de la historia y que llevara el conocimiento del Dios verdadero y su Palabra a los confines de la tierra, dando inicio al período de Filadelfia, que duraría hasta principios del siglo XX. Aún hoy, en plena era de Laodicea, disfrutamos de algunas bendiciones otorgadas por Dios a su pueblo en su hora más fiel. Ahora pasaremos a considerar el texto que Satanás introdujo como levadura y que produciría un fruto totalmente distinto al anterior.

La corrupción del texto bíblico por herejes

Satanás fue el primer crítico y corruptor de la palabra de Dios. Leemos en Génesis 3:1-5: "Empero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; mas del fruto del árbol que esta en medio del huerto dijo Dios: no comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: no moriréis; mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal". Este pasaje nos muestra a Satanás no sólo como pervertidor de la Palabra de Dios y tentador, sino también como padre de la mentira (Jn. 8:44). Vemos en primer lugar que sembró la duda en la mujer, "¿Conque Dios os ha dicho…?" Con esto consiguió ablandar sus defensas y hacer su primer discípula en el oficio de torcer y mutilar la Palabra de Dios. Así Eva también corrigió la declaración del Señor tal como el diablo antes al extender la prohibición de comer a todo árbol del huerto, agregando al mandamiento divino "ni le tocaréis" y reduciendo la gravedad de quebrantarlo a un mero "porque no muráis". Entonces quedó preparada para el asalto final del enemigo: "no moriréis". Ahora Satanás puede contradecir abiertamente los dichos de Dios. Lo que sigue a esto, en cambio, es rigurosamente cierto, porque al comer del fruto prohibido:

• Sus ojos fueron abiertos.

• Fueron como dioses.

• Conocieron el bien y el mal.

De las cuatro declaraciones de la serpiente, tres, es decir el 75% de ellas fueron ciertas. Todo el problema residía en el 25% restante que era falso. Este ha sido el modus operandi del diablo y los suyos a lo largo de la historia, mezclando la mentira con verdades de todos conocidas, lo cuál la hace doblemente peligrosa. De igual manera han procedido sus "hijos espirituales", los críticos bíblicos, que han hecho de la adulteración de la Palabra de Dios su "llamado" y "ministerio". De ahí que muchos creyentes tal vez sinceros, pero sinceramente engañados aceptan dócilmente cualquier basura que diga SANTA BIBLIA en la tapa si contiene suficiente verdad escritural sin importar todo el veneno que esconda en medio de la "leche espiritual, sin engaño" (1 P. 2:1).

Cuatro mil años después de su éxito inicial con Eva, Satanás tentó a la Palabra Encarnada en el desierto, aunque con resultados completamente diferentes a los de su tentación a nuestros primeros padres. Leemos en Mateo 4:3-7: "Y llegándose á él el tentador, dijo: si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan. Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le pasa á la santa ciudad, y le pone sobre las almenas del templo, y le dice: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; que escrito está: á sus ángeles mandara por ti, y te alzarán en las manos, para que nunca tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios". Una vez más, el diablo aplica el mismo procedimiento que en el huerto de Edén. En dos ocasiones pone en duda la filiación divina del Señor Jesucristo con un "si eres Hijo de Dios" y en ambas el Señor le responde con la Palabra, venciendo así sus ataques. Vemos también que Satanás se ve obligado a citar las Escrituras (y lo hace correctamente, pero haciendo una falsa interpretación) y recibe la reprensión de Jesús: "Escrito está además: No tentarás al Señor tu Dios". La importantísima lección que Cristo nos da en este pasaje es que ante la tentación debemos ponernos a buen resguardo del diablo resistiéndolo con la Palabra de Dios, tal como Él la dio, sin enmiendas ni revisiones y así conseguiremos ponerlo en fuga (Stg. 4:7), recordando que el Señor fue "Tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" y "porque en cuanto el mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (He. 4:15b, 2:18).

Ahora pasaremos a examinar de qué medios y hombres se valió Satanás para destruir la Palabra de Dios. Como la conservación del texto original se centró en Antioquía de Siria y las regiones orientales del Imperio Romano, del mismo modo la perversión y adulteración de tal texto tuvo por foco a la ciudad de Alejandría, Egipto.
Ricardo G. Monteagudo

No hay comentarios: