miércoles, 17 de septiembre de 2008

MOTIVADOS POR EL EVANGELIO.

¿Qué es lo que principalmente nos motiva para hacer el trabajo en el ministerio en una iglesia? Podemos pensar en algunas cosas que comúnmente motivan a la gente a hacer cualquier labor personal o grupal, pero ninguna de estas es lo que nos debe motivar.
Algunos hallan su principal motivación en el dinero. Es decir, hacen las cosas por dinero, para ganar más. Otros, se motivan más por la presión que algún jefe o superior le hace (miedo). Otros se motivan por la culpa, es decir, para no sentirse culpables por no hacer algún trabajo. Y otros, en la imagen o el reconocimiento personal. Pero sin lugar a dudas, lo que principalmente nos debe motivar es el Evangelio. ¿Qué es el Evangelio?

Las dos verdades gemelas del Evangelio son: “Yo soy un pecador” y “Jesús es el Salvador de los pecadores”, el cual el apóstol Pablo dice que “es el poder (“dunamis” o dinamita) de Dios” Romanos 1.16. El Evangelio es el poder explosivo de Dios que cambia todas las cosas.

Primero, el Evangelio nos hace cristianos. Tu no puedes ser cristiano a menos que ambos lados del evangelio vengan juntos.
“Yo soy un pecador” sin “Jesús es el Salvador” lleva a la culpa y a la desesperación. “Jesús es el Salvador” sin “Yo soy un pecador” no tiene significado, sino que sólo vemos a Jesús como un gran maestro o como un buen ejemplo, pero no como la respuesta a las grandes necesidades.

Pero cuando ambas verdades coinciden, “Yo soy un pecador” y “Jesús es el Salvador”, tienes el Evangelio y todas la cosas cambian. Dios perdona tus pecados, declara tu justicia en Cristo, te da vida eterna, te adopta como Su hijo, y te introduce a una íntima relación con el mismo.

Aplicación: Nosotros ministraremos con gran esperanza y confianza. Ya que somos salvados por el Evangelio, el cual es el poder de Dios, no hay casos sin esperanza. Nadie y ninguna situación está más allá del poder transformador del evangelio. El Evangelio puede cambiar a quien sea.

Segundo, el Evangelio nos da crecimiento. La mayoría de la gente piensa que llegamos a ser cristianos por creer en el Evangelio, y entonces crecemos por conocer o dominar principios bíblicos para vivir. Ellos creen que el Evangelio es el punto de partida, y entonces debemos movernos hacia una enseñanza más avanzada para crecer. Pero el Evangelio no es sólo el camino para entrar al reino de Dios, este también es el camino en que hacemos todo progreso en la vida cristiana. El Evangelio no es el ABC de la vida cristiana sino el A a la Z de la vida cristiana. Este es el camino de la justicia “de principio a fin” (Romanos 1.17). Por lo tanto, el Evangelio es la solución a todos nuestros problemas.
En la raíz de todos nuestros problemas está el pecado, especialmente el pecado de mirar a alguien o algo más aparte de Jesús para nuestro valor, fuerza y satisfacción. Este pecado raíz se refleja a sí mismo en todo de nuestros muchos problemas. Dios tiene la intención de que mis problemas me lleven a ver en una fresca y profunda manera que “Yo soy pecador” y “Jesús es mi Salvador”. Y así, el cambio continúa, tan solo como al comienzo, a través del poder del Evangelio (Romanos 6.1-4).

Aplicación: Nosotros predicaremos el evangelio a los creyentes, no sólo a los no creyentes. ya que el Evangelio no solo nos hace Cristianos (justificación), sino también nos hace crecer como Cristianos (santificación). La más desesperada necesidad de ambos, no creyentes y creyentes en cada reunión semanal, es oír y apropiarse el evangelio a sus vidas.

Tercero, el Evangelio nos motiva para servir. Alguien nos podría advertir que si nos enfocamos en el Evangelio de la gracia (Que la salvación es un regalo) esto producirá cristianos flojos.
Se podría decir: Si nosotros decimos a la gente que “¡Jesús lo ha hecho todo!” entonces ellos no tendrán ninguna motivación para servir a otros. Nada puede estar más alejado de la verdad. Solo el Evangelio puede producir un amor y servicio no egoístas.
Sin el Evangelio vamos a servir a los demás por miedo al fracaso, al rechazo, o por interés, o bien, seremos llevados a servir para no tener una conciencia culpable o para ganar la aprobación de Dios y de la gente. Pero cuando entendemos lo que es el Evangelio: “Yo soy un pecador” y “Jesús es mi Salvador”, nuestra vieja manera de pensar que nos motiva a hacer las cosas es destruida.

Ya no nos dejaremos llevar por el miedo al fracaso, o por culpa o por la necesidad de afirmación de Dios o de los demás. El Evangelio nos da una nueva motivación para hacer las cosas. Pablo dice : “El amor de Cristo nos obliga” para vivir para otros (2 Corintios 5.14-15; Romanos 12.1).

Aplicación: Nosotros estaremos motivados para hacer el ministerio con la gracia, no por culpabilidad. Nosotros nos motivaremos con el Evangelio, el cual nos hace libres para amar y servir incondicionalmente en respuesta a la gracia de Dios en Cristo. Dick Kaufmann

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