jueves, 14 de agosto de 2008

El legalismo

Por: Jeff blak. Hay presión de tener un éxito, o de ser perfecto, de trabajar sin hacer errores, para que nadie te critique. Pero el “perfeccionismo” no capta la raíz del problema al nivel del corazón, de la motivación que respalda el perfeccionismo. El término que lo capta mejor es el “legalismo.” El legalismo es una manera en que yo puedo lograr tener valor en mí mismo, por mi propia cuenta. En lugar de decir que en el evangelio tengo “una justicia ajena” (término de Martín Lutero) que ha sido dada a mí, el legalista piensa “Yo puedo ser justo por mi propia cuenta. Yo puedo sentirme bien de mí mismo por lo que yo he hecho.” Obviamente Satanás es el autor de tal sistema que elimina la necesidad de Cristo.

El legalismo es el buscar la aprobación de otros por medio de actuar, de producir, por hechos de auto-justicia, etc.

Más acerca del legalismo:

El legalismo se enfoca en lograr la aceptación de otros. ¿Cómo voy a lograr ser aceptado? Una manera es por medio de algo afuera de mí, la justicia de Cristo, y en esto hay libertad. O, voy a ser aprobado (o juzgado) por mis propias obras. Le gusta sentirse justificado por sus obras, pero no le gusta el otro lado de la moneda, el ser condenado por sus errores. El perfeccionismo se asoma aquí. Se siente bien consigo mismo por un tiempo cuando logra la aceptación/aprobación. Pero hay esclavitud en esto, porque una vez que logras la aprobación que quieres no hay para donde ir sino mas abajo. Una vez que logras puros “10s” en tus calificaciones en la escuela, no hay nivel más alto que conseguir, y vives en el temor de perder lo que has logrado. Una familia que demuestra el amor o el afecto condicional promueve este tipo de respuesta. Pero también la cultura puede fomentarlo.

El problema del perfeccionismo no trata de la meta de querer ser perfecto o la cualidad de ser perfecto, sino que es el motivo por querer ser perfecto. Es verdad que Cristo dijo que hagamos todo para la gloria de Dios y sed perfectos como tu Padre es perfecto. Pero lo hacemos en un contexto de libertad del juicio, Rom. 8:1 dice “No hay condenación para los que están en Cristo”. Hay libertad en servir a Dios, por eso, por saber que Dios no nos condena y El mismo suple lo que necesitamos para glorificarle con nuestras vidas. Hacemos buenas obras porque estamos en Cristo, ¡no para que estemos en Cristo! ¡Hay una gran diferencia entre los dos! Otra vez, el evangelio dice que no hay nada que puedo hacer para que Dios me ama menos, pero también es verdad que no hay nada que puedo hacer para lograr que Dios me ame más. Y el intentarlo, intentar lograr que mis papás me amen más, que Dios me ame más, etc. es esclavitud.

La legalista quiere auto-justificarse. El legalismo es el deseo de pararse solo. La gracia de Dios es ofensiva, porque la idea de dependencia es ofensiva. No es tan solamente que he estado viviendo como esclavo a mis propias leyes y Dios me ofrece libertad, sino en un sentido me gusta donde estoy. No quiero sacrificar esto aunque me trae aflicciones también. Todos nosotros nos auto-justificamos. En nuestra carne, nos gusta pensar que podemos auto-justificarnos. Y la única cosa que puede transformar a una persona de alguien auto-justificado, en una persona que desea la gracia, una justicia ajena, es la obra del Espíritu Santo. Esto explica porque algo tan sencillo como el evangelio puede ser tan difícil agarrar para alguien tan comprometido a un estilo de vida y sistema de creencias que son legalísticos.

Estamos hablando de la guerra espiritual, de ceguera espiritual. El legalismo es una forma de ceguera espiritual. Es ceguera, pero una ceguera que he apropiado por mi propia voluntad algo que yo escogí. Explicas las riquezas del evangelio y dicen, “Sí, pero…” Y decir siempre “Pero…” es expresión de su rebeldía. Adentro, no quieren que la gracia sea la fuente de su vida.

El otro lado del legalismo es que en escoger ser legalista escojo hacer el papel de Dios, porque escojo el privilegio y el derecho de acusar y juzgar a otras personas. Es el punto de Mat. 18. Si escojo la gracia, rindo el derecho de juzgar, rindo el derecho de demandar la restitución, de vengarme. Alguien que no entiende esto, y no quiere la gracia, quiere juzgar.

El combatir el legalismo, no es meramente darle información a alguien, es poner al descubierto los motivos de su corazón. Para ser libre, tiene que escoger a Cristo, y esto involucra cambios profundos en su vida. Escoger a Cristo quiere decir vivir por la fe, y vivir por la fe quiere decir vivir en dependencia. Es un cambio profundo para muchos, y muchos no lo quieren. Ven el costo, y no lo quieren porque su auto-justicia les vale más. A veces, luego de poner esta cuestión en la mesa, se termina el diálogo.

¿Cuanto tiempo debes seguir con alguien esperando que quiera a Cristo?
Puedes amar a una persona, pero últimamente solamente puedes ofrecerles a Cristo, aconsejarles de tu cosmovisión Cristiana, la cosmovisión del evangelio. La luz del evangelio o suaviza el corazón de uno o lo endurece.

1 comentario:

Unknown dijo...

Well well well......