miércoles, 4 de febrero de 2009

De cómo Dios probablemente no exista y otras aberraciones de la ciencia positiva

Recientemente, algunas ciudades de España, especialmente Barcelona, Málaga y Madrid, se han visto sorprendidas por una singular campaña a favor del ateísmo. La misma tomó forma bajo la colocación de pancartas en los laterales de las principales líneas de ómnibus y colectivos españoles. La pancarta reza: “Probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y disfruta de la vida”.

Según nuestras fuentes, la campaña ha sido financiada por miembros de la Unión de Ateos y Librepensadores de España, una asociación que promueve la verdad científica, si es que tal cosa puede ser posible.

A nuestra manera de ver, que intentaremos probar seguidamente, esta asociación y sus dirigentes tienen más disponibilidad de dinero para gastar en esta campaña, que racionalidad propiamente dicha, pues sus argumentos, precarios, caen presos de sus propias premisas. Veamos.

Dios probablemente no existe

1) El planteo probabilista: Toda enunciación científica entendida positivamente ha de ser necesariamente probabilista pues su mismo método inductivo no admite certezas que solo el método deductivo podrá brindarle. Por ello, y con toda coherencia, la propuesta comienza diciendo “Probablemente Dios no existe…” y nunca dice taxativamente “Dios no existe”.
El problema de todo probabilismo es que es posible plantear tanto un argumento como su contrario, debido al carácter probabilista del mismo planteo. Así, por ejemplo, si decimos que “es probable que mañana llueva”, también podremos decir sin contradecir a lo anterior que “es probable que mañana no llueva”. El fundamento de esto es que si es probable que mañana llueva, y tal cosa no puede plantearse con una certeza absoluta, también va a ser probable su contrario.
El planteo probabilista “Es probable que Dios no exista” también admite la afirmación contraria “es probable que Dios exista”, lo cual manifiesta el poco grado de certeza que tienen las afirmaciones científicas en este campo, y la precariedad del planteo mismo.

2) La certeza del método científico: El método de la ciencia positiva es inductivo, y por ende, de conclusiones probables y no necesarias. Siempre falsables y sujetas a contra pruebas y revisión, como quería Karl Popper. Sobre Dios no puede hablar la ciencia positiva sino solamente la filosofía. Cuando la ciencia positiva habla de Dios, no solamente brinda cuestionables afirmaciones probabilistas, sino que viola sistemáticamente su propio método de estudio haciendo a sus afirmaciones inválidas.

3) Las afirmaciones de la ciencia sobre objetos que caen fuera de su campo de estudio son inválidas: Cuando la ciencia positiva trata de temas que caen fuera de su campo de estudio, como es el caso que nos ocupa, sus afirmaciones son completamente inválidas. El método científico ha sido ideado para tratar de estudiar realidades sensibles y materiales mediante la experimentación. Cuando ese método se utiliza para estudiar otras realidades, como la de Dios, el método deja de ser válido pues no ha sido desarrollado para ello. Al ser inválido el método, sus conclusiones son también inválidas.

4) La voluntad de poder: Una de las características de la ciencia positiva es proponerse a sí misma como un dios menor, es decir, como un sistema de conocimientos que paulatinamente va a solucionar todos los problemas de las personas. Es la idea misma de progreso. De este modo, muestra una voluntad de poder que va más allá del simple acto especulativo de conocer si Dios existe o no. Por eso la razón misma de la campaña publicitaria, la cual es la voluntad de poder para imponer este sistema de “creencias”.

5) El imperativo moral y la reducción a la animalidad: Es interesante el planteo moral de la enunciación “Probablemente Dios no existe; deja de preocuparte y disfruta de la vida”. Dicho de otra manera, podrá decirse que ya que es probable que Dios no exista, dejemos de preocuparnos y disfrutemos de la vida. Lamentablemente, el argumento es nuevamente falaz. Si Dios no existe, la vida es pura desesperación y sin sentido. La muerte es algo seguro y final. Como quería Dostoievski, todo está permitido. ¿Podemos dejar de preocuparnos y disfrutar de la vida en un mundo tal? Podemos, pero solamente dejando de ser seres humanos y volviéndonos animales como propone la premisa. El “disfrute” propuesto es solamente del cuerpo, del animal, por lo cual el ser humano queda reducido así a ser un animal más del mundo, que solo debe disfrutar. Cualquier semejanza con los valores propuestos por las sociedades contemporáneas es mera coincidencia.

Como conclusión, debido a las serias limitaciones conceptuales, metodológicas y morales manifestadas en la susodicha campaña publicitaria por la Unión de Ateos y Librepensadores de España, podemos decir que más que bronca y enojo (como han manifestado ciertos grupos cristianos) estas personas deben hacer que nos enternezcamos con ellas, para invitarlas a estudiar con profundidad estas cuestiones que exceden al método científico y se inscriben dentro de las temáticas filosóficas más profundas y perennes.

Haber gastado una buena cantidad de dinero para promover publicitariamente argumentos falaces es notablemente meritorio en los tiempos de crisis económica que nos toca vivir.

Por Hugo Landolfi

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